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Un dìa de “Los muchachos de SeNaSa” en la cárcel de Las Parras

POR ALBERTO QUEZADA

Dicen que el que busca, encuentra, y los flamantes protagonistas del último desfalco contra el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa) finalmente encontraron lo que no estaban buscando: una mudanza sin aire acondicionado. Dejaron atrás los sillones de cuero, el aroma a café gourmet y las transacciones de clics millonarios para estrenar las paredes —todavía con olor a cemento fresco y olvido— de la Cárcel de Las Parras.

El “Check-in” que nadie quería hacer

El traslado no tuvo alfombra roja, aunque los imputados bajaron de la “perrera” con la frente en alto, como quien llega a un resort de Punta Cana, pero con las manos amarradas y el orgullo un poco más abajo de los tobillos.

En los pasillos del penal se rumorea que la primera noche fue de “adaptación existencial”. Pasar de autorizar facturas médicas fantasmales a contar los mosquitos del pabellón no es tarea fácil. Cuentan las malas lenguas que más de uno preguntó dónde estaba el control del televisor, solo para recordar que en Las Parras el único “streaming” disponible es ver cómo el sol atraviesa las rejas cada mañana.

¿Salud para todos?

La ironía es el plato fuerte en el menú del día. Los mismos que supuestamente “sangraron” las arcas de la salud pública ahora dependen de la enfermería del penal. ¡Vueltas que da la vida! Mientras afuera miles de afiliados se preguntaban por qué su carnet no cubría ni una aspirina, los genios de la estafa ahora ensayan el arte de la humildad frente a un plato de “pica-pica” y un jarro de metal.

Los detalles que pican:

  • El Vestuario: Se acabaron las corbatas de seda italiana. El “outfit” de temporada es el uniforme reglamentario, un tono que no combina con sus cuentas bancarias congeladas.

  • La Dieta: Adiós a los almuerzos de negocios en la Churchill. En Las Parras, el “business plan” se discute sobre un colchón de espuma mientras se espera el rancho.

  • La Conexión: El único WiFi que tienen ahora es la conexión espiritual que están intentando establecer para ver si un juez “se apiada” en la próxima revisión de medida de coerción.

¿Reforma o Penitencia?

Mientras la justicia termina de armar el rompecabezas de facturas infladas y servicios inexistentes, los “Muchachos de SeNaSa” aprenden que en la cárcel no hay seguro que valga, ni carnet que abra puertas. Las Parras, ese elefante blanco que por fin empieza a albergar inquilinos, les ofrece hoy la única cobertura que no pudieron evadir: el peso de la ley.

Habrá que ver cuánto dura el estoicismo de estos “ejecutivos” antes de que empiecen a cantar más fuerte que un tenor en el Lincoln Center, buscando un trato que los devuelva, aunque sea, al patio de su casa. Por ahora, el diagnóstico es reservado y la estadía… obligatoria.

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