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David vs Raquel: Duelo mortal por el PRM 2028

POR ALBERTO QUEZADA / Análisis político

El 2028 será, para el PRM, un examen de fuego: administrar el desgaste del poder tras ocho años de gobierno y escoger al candidato capaz de garantizar continuidad sin devorarse a sí mismo.

En esa encrucijada emergen dos figuras: David Collado y Raquel Peña. Ambos encarnan estilos distintos, pero también arrastran vulnerabilidades que pueden transformar la primaria en una carnicería política.

Collado juega el papel del gerente convertido en estrella. Su gestión en Turismo lo exhibe como el hombre que llevó al país a romper récords y consolidar su posición como potencia caribeña del turismo. Mediático, hábil en la construcción de imagen y con aura de “político light”, se vende como sonriente, cercano y poco confrontativo. Ese estilo le ha valido popularidad en las encuestas internas.

Pero la modernidad que proyecta tiene grietas. Depende excesivamente de un sector económico frágil ante crisis globales y su ambigüedad calculada —nunca confirma, nunca niega— lo hace ver como un político reacio a comprometerse. Peor aún: arrastra el estigma de usar su cargo como plataforma electoral. La oposición lo acusa de hacer campaña disfrazada de gestión, un fuego que, en la política dominicana, puede explotar en cualquier momento.

Raquel Peña, en cambio, representa la cara institucional del oficialismo. Su investidura de vicepresidenta le otorga legitimidad y acceso al corazón del poder. Mujer sobria, sin escándalos, disciplinada y con bajo nivel de rechazo, encarna la continuidad tranquila, el orden frente al ruido.

El problema es que su perfil carece de narrativa propia. Fuera del círculo gubernamental, pocos dominicanos podrían señalar una política que lleve su sello. Ese estilo discreto, útil para sobrevivir a la sombra de Abinader, puede convertirse en un lastre en una campaña que exigirá magnetismo y épica. Además, sus primeros gestos de aspirante ya levantan sospechas de activismo desde la vicepresidencia, un terreno resbaladizo que la expone al fuego opositor… y al interno.

En el fondo, el choque Collado–Peña no es solo de nombres, sino de almas dentro del PRM: la gerencia mediática contra la sobriedad institucional. Collado puede ganar una primaria mediática; Peña, una primaria de aparato y legitimidad presidencial.

El riesgo es que ambos terminen desgastándose mutuamente y dejen al PRM debilitado ante una oposición que espera paciente cualquier error. El 2028 no será solo una elección: será un plebiscito sobre si el partido de gobierno aprendió a administrar el poder sin autodestruirse.

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